🚨¡Acción contundente contra la ext0rsión!
El silencio de la madrugada se rompió con el sonido de helicópteros, motores blindados y pasos firmes sobre el asfalto. No fue un operativo cualquiera. Fue una cacería legal, planeada durante semanas, ejecutada en cuestión de horas. En Coahuila y Durango, el Estado decidió mover todas sus piezas al mismo tiempo.
Desde muy temprano, elementos de la Marina, Defensa, FGR, Guardia Nacional y corporaciones de seguridad desplegaron un operativo coordinado, preciso, sin margen de error. Cada calle vigilada, cada salida bloqueada, cada movimiento calculado. El objetivo era claro: golpear de frente a las redes que durante años sembraron miedo, cobraron cuotas, amenazaron familias y convirtieron el trabajo honesto en una sentencia.
En ese contexto cayó Edgar “N”, alias “El Lim0nes”, señalado como objetivo prioritario. Para muchos, un nombre más en los expedientes; para las víctimas, el rostro detrás de llamadas nocturnas, de amenazas veladas, de negocios cerrados por miedo. Su captura no fue casualidad: era una pieza clave en una estructura dedicada a la ext0rsión, el lavad0 de dinero y la extracci0n y venta ilegal de hidrocarbur0s.
Junto a él, otras cinco personas fueron detenidas. Se trataba de operadores, enlaces, engranes necesarios para que el negocio del terror siguiera funcionando. Cuando las fuerzas federales tocaron a la puerta, ya no hubo rutas de escape. Los chalecos, los cascos, los vehículos tácticos rodearon cada punto. Esta vez, no hubo negociación.
Las imágenes lo dicen todo: detenidos custodiados, unidades blindadas, aeronaves listas para el traslado. Pero detrás de esas imágenes hay algo más profundo. Hay comerciantes que por fin podrán abrir sin pagar “protección”. Hay transportistas que ya no tendrán que mirar el retrovisor con miedo. Hay familias que podrán contestar el teléfono sin que el corazón se les detenga.
Las autoridades fueron claras: este operativo forma parte de la Estrategia Nacional contra la Ext0rsión, una ofensiva que no se limita a detener nombres, sino a desmantelar estructuras completas. Congelar cuentas, asegurar bienes, cortar rutas financieras. Quitarles no solo la libertad, sino el poder.
En Coahuila y Durango, el mensaje fue directo y sin rodeos: el territorio no está solo. El Estado está presente. Y aunque la lucha es larga, cada detención es una grieta más en el muro del crimen organizado.
Esa madrugada, mientras las luces de las patrullas se perdían en la distancia, algo cambió. No fue el fin de la historia, pero sí un capítulo decisivo. Uno donde, al menos por hoy, el miedo retrocedió un paso.
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