🚨SUMAN YA 3 GUARDIAS NACIONALES FALLECID0S TRAS AT4QUE EN EL CUARTEL DE AGUILLA MICHOACÁN.

🚨SUMAN YA 3 GUARDIAS NACIONALES FALLECID0S TRAS AT4QUE EN EL CUARTEL DE AGUILLA MICHOACÁN.

El arco de bienvenida a Aguililla permanece en pie, como si nada hubiera pasado. “Bienvenidos a Aguililla”, dice el letrero, inmóvil, ajeno al dolor que se respira detrás de esas letras. Debajo, los caminos que tantas veces han visto pasar convoyes ahora cargan un silencio distinto, más pesado, más hondo. No es el silencio de la madrugada ni el del campo; es el silencio que queda después de una tragedia que nadie esperaba, y que duele más porque ocurrió desde adentro.

La tarde del sábado parecía transcurrir con la rutina habitual dentro del cuartel conocido como “Tepalcuatitla”, en la zona de La Higuera de la Virgen. Turnos de guardia, miradas conocidas, la confianza inevitable entre compañeros que comparten el mismo uniforme, el mismo riesgo y, muchas veces, el mismo cansancio. Nadie imagina que el peligro pueda surgir del lugar que se supone es seguro. Nadie piensa que el enemigo puede estar al lado.

Pero ocurrió.

Un altercado violento rompió la normalidad en cuestión de segundos. El caos se desató cuando un elemento de la Secretaría de la Defensa Nacional, presuntamente bajo los influjos de alguna sustancia, intentó abandonar las instalaciones portando su arma de cargo. Fue detectado por sus propios compañeros. Hubo voces, tensión, órdenes que buscaban evitar lo peor. No hubo tiempo.

El sonido de los disparos atravesó el cuartel como un relámpago. El fuego se abrió contra quienes hasta minutos antes eran compañeros de guardia. La confusión fue total. Gritos, carreras, cuerpos buscando cobertura en un espacio que nunca estuvo pensado para una escena así. En el sitio, la tragedia cobró sus primeras vidas: el Guardia Nacional José M.C. y el Militar Víctor M. fallecieron al instante, dejando atrás familias que jamás imaginaron recibir esa noticia.

La noche cayó sobre Aguililla con un peso insoportable. Dos uniformados más resultaron heridos y fueron evacuados de urgencia por vía aérea al hospital militar de Apatzingán. Cada minuto contaba. Cada respiración era una batalla. Mientras tanto, el presunto responsable logró huir, dejando tras de sí no solo víctimas, sino una herida profunda en una institución que se sostiene sobre la disciplina y la confianza mutua.

La mañana del domingo trajo noticias que nadie quería escuchar. El elemento señalado como responsable fue detenido. Pero la detención no alivió el dolor. Porque horas después, desde un hospital militar en la Ciudad de México, se confirmó lo que muchos temían: el Cabo Juan M.H., quien había sido canalizado para recibir atención especializada, falleció. Con él, la cifra de guardias nacionales muertos ascendió a tres.

Tres vidas truncadas. Tres historias interrumpidas. Tres familias sumidas en un duelo que no entiende de rangos ni de protocolos. En tanto, el soldado José G. M. continúa hospitalizado, luchando por recuperarse, mientras un civil permanece herido tras haber sido alcanzado por una bala perdida, recordando que cuando la violencia estalla, nunca distingue entre uniformes y gente inocente.

Aguililla, un municipio acostumbrado a convivir con la presencia militar, hoy guarda luto. Los convoyes siguen pasando bajo el arco de bienvenida, pero algo cambió. Porque esta vez no fue un ataque externo, no fue una emboscada en el camino. Fue una fractura interna, una tragedia que deja preguntas difíciles y un dolor que no se borra con comunicados oficiales.

En los cuarteles, el ambiente es distinto. Las miradas son más largas, el silencio más frecuente. La pérdida pesa. Porque más allá del uniforme, eran compañeros. Eran hijos, hermanos, padres. Personas que salieron a cumplir con su deber y no regresaron.

Hoy, Aguililla no solo llora a tres elementos caídos. Llora la manera en que ocurrieron los hechos. Llora la fragilidad humana incluso dentro de las instituciones más rígidas. Y espera, en medio del duelo, que la verdad se esclarezca por completo y que la memoria de quienes perdieron la vida no quede reducida a una cifra más.

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