🚨Reportan enfrentamient0 en #Elota; se habla de elementos de la Marina herid0s, así como algunas baj4s. 😬⚠️
La noche cayó pesada sobre El Roble, en el municipio de Elota, Sinaloa. No fue una noche cualquiera. El aire se volvió denso, el silencio del campo se rompió de golpe y el miedo comenzó a recorrer las brechas como una sombra que no avisa. Primero fueron luces lejanas, después motores detenidos y, finalmente, el estruendo seco de los disparos que estremecieron a toda la comunidad.
Elementos de la Secretaría de Marina realizaban recorridos de vigilancia, como tantas otras veces, atentos a cualquier movimiento extraño. En esa zona rural, donde la oscuridad parece esconderlo todo, detectaron varios vehículos desplazándose de manera sospechosa. Intentaron marcarles el alto. Por unos segundos, el tiempo pareció congelarse… hasta que la respuesta llegó en forma de fuego.
Las detonaciones rompieron la calma. El intercambio fue intenso, largo, confuso. El eco de las ráfagas se mezcló con gritos, órdenes urgentes por radio y el sonido de botas corriendo entre la tierra y la maleza. En esos minutos, nadie pensaba en titulares ni en comunicados oficiales. Solo en sobrevivir.
La comunidad quedó paralizada. Familias enteras apagaron luces, se refugiaron en el suelo, abrazaron a sus hijos con fuerza mientras rezaban en silencio. Afuera, la confrontación seguía. Se hablaba de marinos heridos, de posibles bajas. Versiones iban y venían, cargadas de angustia, pero sin confirmación oficial. Cada rumor pesaba como una losa.
Poco a poco, el movimiento aumentó. Un despliegue impresionante rodeó la zona: Marina, Guardia Nacional, Ejército Mexicano y Policía Estatal Preventiva cerraron accesos, establecieron perímetros y tomaron el control. Las brechas, los caminos vecinales, los terrenos agrícolas… todo fue revisado. Por aire y por tierra, las autoridades buscaban asegurarse de que no quedara nadie más escondido entre la oscuridad.
Mientras tanto, la espera se volvió eterna. Nadie sabía con certeza cuántos heridos había, si alguien había perdido la vida, si habría detenidos. Solo se sabía que algo grave había ocurrido y que las consecuencias aún no estaban claras. El amanecer encontraría a Elota con el corazón encogido, con preguntas sin respuesta y con la sensación amarga de haber estado, una vez más, demasiado cerca del horror.
Las autoridades continúan con los peritajes y las investigaciones. Se espera información oficial en las próximas horas. Hasta entonces, la incertidumbre permanece, y con ella, el recuerdo de una noche que quedará marcada en la memoria de la comunidad.
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