🚨BLIND4N FRONTERA, LUEGO DE QUE C-D-S ATACAR4 A SUS CONTRAS EN GUATEMALA.

🚨BLIND4N FRONTERA, LUEGO DE QUE C-D-S ATACAR4 A SUS CONTRAS EN GUATEMALA.

La mañana amaneció distinta en la frontera sur. El sol salió como siempre, pero el ambiente era otro: más tenso, más pesado, como si la tierra misma supiera que algo grave había ocurrido durante la noche. En los caminos de terracería, donde antes solo se escuchaba el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre la selva, ahora se escuchaban motores militares, radios encendidos y pasos firmes marcando territorio.

Todo comenzó cuando hombres armados cruzaron desde México hacia Guatemala. No fue un solo movimiento, fue una serie de ataques casi simultáneos, rápidos y violentos, en distintos puntos de San Marcos y Huehuetenango. Las ráfagas rompieron la calma de comunidades que jamás imaginaron verse atrapadas en una guerra que no les pertenece. Las casas cerraron puertas de golpe, los niños fueron escondidos bajo las camas y las madres rezaron en silencio, con el corazón latiendo tan fuerte que parecía querer salirse del pecho.

Dicen que dejaron mensajes. Mantas colgadas como advertencia, como presión, como una forma cruel de decir “estamos aquí”. No solo fue un ataque armado, fue un mensaje directo, frío y calculado. La disputa entre grupos criminales mexicanos había cruzado una línea invisible, esa que separa países, leyes y vidas inocentes.

Ante eso, Guatemala reaccionó. No había tiempo para dudas. La Brigada de Infantería desplegó a sus elementos hacia la frontera con Chiapas. Soldados armados, vehículos tácticos y puntos de vigilancia comenzaron a aparecer en caminos rurales, cerros y entradas estratégicas. Cada mirada estaba alerta, cada paso medido. La orden era clara: cerrar filas, blindar la frontera y evitar que el fuego volviera a cruzar.

Para la gente que vive ahí, el miedo se volvió rutina. Campesinos que salieron a trabajar sin saber si regresarían, familias que observaban desde lejos el paso de los militares, con una mezcla de alivio y temor. Alivio porque alguien los protege. Temor porque saben que cuando llegan las armas, nada vuelve a ser igual.

Las autoridades guatemaltecas confirmaron que la vigilancia será permanente. Que no permitirán más incursiones. Que están coordinando acciones con las fuerzas de seguridad de México. Pero en los pueblos fronterizos, esas palabras se sienten frágiles frente al eco de los disparos que aún resuenan en la memoria.

La frontera, que siempre fue una línea silenciosa entre montañas y selva, hoy está marcada por el miedo, la tensión y la incertidumbre. Nadie sabe cuánto durará este resguardo, ni qué pasará mañana. Solo saben que la violencia ya tocó su puerta… y que nada garantiza que no vuelva a hacerlo.

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